Desde
su creación, la Torre Eiffel siempre ha iluminado de manera deslumbrante toda
la estructura, ya sea a través de fuegos
artificiales o a través de luces de neón o sodio de alta
presión. Desde 1888, antes de su finalización, cada 14 de julio se
disparan los fuegos artificiales desde el segundo piso de la torre. Siendo por
excelencia el lugar preferidos por los parisinos para celebrar el día nacional
de Francia. En 1889, cuando se realizó su primera iluminación, esta constaba de
10 000 luces de gas, pero para la exposición universal de 1900, celebrada en París, las luces de gas fueron
reemplazados por luces eléctricas.
Además
de la iluminación de la Torre Eiffel normal, y de los potentísimos focos que
"pululan" por el cielo parisino durante todas las noches y que, si el
cielo está claro, son visibles a 80 kilómetros de distancia, la Torre Eiffel
exhibe una iluminación especialmente llamativa y brillante cuando, tras caer la
noche, durante los 10 primeros minutos de cada hora (hasta las 2 AM
normalmente, y hasta la 1 AM en invierno) se iluminan miles de bombillas
centelleantes que le dan a la Torre Eiffel un aspecto más mágico aún si cabe
del que tiene de por sí.
En
1925, André
Citroën realizó una gran iluminación publicitaria que constaba con
más de 250.000 bombillas de distintos colores. Estas luces se mantuvieron hasta 1933,
cuando ya la ciudad se había sextuplicado. En 1937 para la Exposición
Internacional de Artes Aplicadas, André
Granet diseñó una nueva iluminación de relieve para la estructura
de encaje de la torre, la cual hacía un excelente juego con los de
los Jardines de Trocadero.
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